Presentación

Palabras del director

Peña

El Instituto Evangélico de Teología se ha creado con la absoluta certeza de lo importante que es formar y preparar a los cristianos para que puedan servir al Señor, a la Iglesia y a la sociedad. Invitamos a todos a asumir esta tarea y misión.

Un cristiano distinguido en los primeros siglos de nuestra era dijo en alguna ocasión: “Una fe que no se piensa, es nula” (Agustin), uniendo con ello dos regalos que Dios nos ha querido hacer, a saber, la fe y la razón. Con la fe que hemos recibido, podemos creer en aquellas cosas que aunque reales no se ven sensiblemente. Además, con la fe podemos elevar nuestra esperanza a un nivel espiritual que nos otorga trascendencia. Y con la razón podemos entender que esta fe es inteligente y que se articula de manera ordenada. La fe no tiene por qué ser algo tonto. Fe y razón, entonces, son parte de la espiritualidad cristiana; son dones de la gracia de Dios depositada en los creyentes. Que nadie piense que se trata de cuestiones opuestas. Antes bien, vamos a hacer nuestros estos regalos del Señor.

Quisiera aprovechar este espacio para compartirles nuestro sentimiento como institución teológica. Deseamos que cada cristiano se prepare espiritual y teológicamente para  que su misión en el mundo sea una experiencia más profunda y fructífera. Anhelamos un pueblo creyente y a la vez reflexivo; capaz de vivir su fe, entenderla y dar testimonio de ella ante el mundo. Estamos seguros que eso es lo que Dios espera de la Iglesia y de todos cuántos la componen.

Reciban un abrazo fraterno a nombre de toda nuestra familia y comunidad estudiantil y académica.

Pastor José Peña Mendoza
Director IET

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¿QUÉ ES TEOLOGÍA?

Qué escribir en este pequeño espacio. Podría ser algo que reflejara el espíritu que anima el trabajo de nuestro instituto, o quizá algunas palabras para invitarles a estudiar. Pero mejor he de ocupar esta oportunidad para decir lo que significa la teología como tarea de todos los cristianos. Muy brevemente me he dedicar a este objetivo.

Teología significa literalmente “un discurso de Dios”. Es teología desde el momento en que el hombre, sea quien sea éste, tiene algo que decir acerca de Dios. Por lo general se ha creído que esta tarea la realizan los teólogos y académicos solamente. Queda la impresión de que se trata de una disciplina propia de unos pocos nada más con el derecho a hablar de Dios. Así, la teología ha quedado relegada a un ámbito académico e intelectual que no merece.

Pero la teología es mucho más que el ejercicio intelectual de académicos. La teología también es una tarea de todos los creyentes. Son los creyentes quienes hacen teología e interpretan la fe de acuerdo al tiempo y espacio histórico que viven. Cada creyente hace teología, interpreta su fe y la comparte a quienes le rodean, a la luz de su época. Seamos latinoamericanos o de otra región del mundo; tengamos la confesión que sea; seamos pastores o laicos, pobres o ricos, hombres o mujeres, todos tenemos un discurso acerca de Dios.

Lo más probable es que la mayoría no se haya dado cuenta de que en la práctica todos hacemos teología a diario. Y no es vitalmente necesario tener estudios teológicos formales para hablar de fe. Si Dios es el lenguaje de todos, todos tienen el mismo derecho a decir algo de él. Así, es posible que el que ha sido rechazado por la religión, no tenga más que decir cosas negativas, porque está decepcionado de la incoherencia de quienes dicen ser cristianos. Éste sencillamente dirá que Dios no existe. Pero habrá quienes digan que Dios es real, perdonador, misericordioso o poderoso, porque han visto más de alguno de esos atributos actuar en sus vidas. Nuestras experiencias personales de éxitos y fracasos, enfermedad, injusticias, progresos, hambre o soledad, prosperidad o pobreza, en fin, absolutamente todo lo que nos toca vivir, se vuelven una buena razón para decir algo sobre Dios. Si hemos sido librados de una enfermedad, diremos que Dios sana; si fuimos librados de un accidente, entenderemos que Dios ha sido providente con nosotros. Para el pobre será esperanza, para el solitario dulce compañía, para el pecador será el perdonador, para el que lo ha perdido todo será quien provee. No importa los por qué, todos hemos de decir algo de Dios; y eso, al menos desde la práctica, ya es hacer teología.

Como se verá, la teología es una tarea de cada creyente y de toda la iglesia. En ese sentido, no debería existir recelo alguno hacia la teología por parte de quienes piensan que ésta es una enemiga de la fe más que una ayuda verdadera. Que la teología acaba con la fe y la piedad cristiana, volviendo a los hombres más racionales y carentes de sensibilidad espiritual, es tan solo una excusa para no asumir la tarea de pensar la fe y de vivirla de modo práctico e inteligentemente.

Pero nosotros ya sabemos que teología también implica decir algo de Dios a partir de la experiencia personal. Hemos tenido un encuentro con la fe, con Jesús salvador y liberador. Un encuentro tan profundo y significativo que no nos podemos callar. Es lo que seguramente le sucedió a Pedro y Juan quienes fueron encarcelados por las autoridades de Jerusalén por predicar en el nombre de Jesús. Allí, mientras estaban privados de libertad, se les intimidó a que nunca más se atrevieran a hablar de Dios, que jamás volvieran a mencionar el nombre de Jesús. Pero esos primeros testigos de Jesús resucitado levantaron la voz y sin temor a la violencia del mundo afirmaron: “no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4,20). Esos discípulos tenían algo que decir del Dios que había levantado a Jesús de entre los muertos. ¿Quién sería capaz de acallar un testimonio tan grande?

Entonces, qué esperamos. Vamos a decir algo de Dios; y desde esa experiencia hagamos teología. Vamos a contar lo que él ha hecho con nosotros y que todo ello tiene sentido. Desarrollemos un buen discurso de Dios, avalado por las escrituras y la sana doctrina. Pero que no sea un discurso frío sino uno que nazca de nuestra experiencia personal y de nuestra capacidad de inteligir el verdadero sentido de la fe. No como ignorantes, por supuesto, sino antes bien como mujeres y hombres transformados y llenos de la sabiduría del Señor. Fe y razón nos acompañarán para que cuántos nos escuchen se den cuenta del poder y coherencia que encierra el discurso cristiano. Tenemos entonces que la teología es un lugar de encuentro inteligente y metódico, pero también es un testimonio vital de lo que Dios ha hecho y desea hacer en nosotros. Por si alguien no se ha enterado, esto es precisamente para nosotros lo que significa teología.